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LOS MACHOS

(PROYECTO EN VENTA, 2017)

Es la historia de ORIÓN, un actor frustrado, que decide hacer por su cuenta una obra de teatro para retomar su carrera artística y “salvarse”, según sus propias palabras, como ser humano. Víctima de sus contradicciones, integra en el proyecto a WENCES, el macho de su gimnasio por el qué siente un fuerte deseo y al qué convence para participar en él, prometiéndole fama y dinero. Ambos empiezan un proceso artístico que se eterniza para desentrañar, entender y superar el motivo del fracaso vital de Orión: la homofobia interiorizada. Tiene la intención, y el sueño, que la obra sea de carácter anárquico para crear un impacto y lograr salir a la superficie del infierno en el que está metido.

 

“No podemos olvidar lo que nos hizo, lo que nos sigue haciendo, su moral, esa moral del púbico ordinaria a la que se aferran como a un flotador en alta mar. Nos van a decir de todo cuando se lo pinchemos. Ya verás. De todo. Nos llamarán victimistas, claro, y lo harán sonriendo, perdonándonos la vida con, ya sabes, esa arma secreta de los oficialmente buenos: la condescendencia.”

 Pasan tres años y la obra está encallada. Ensayan en el mismo gimnasio donde entrenan por las tardes, en horarios y condiciones penosas. La obsesión de la obra y por el fetiche que representa WENCES llevarán a la degradación y a la ruina del personaje. WENCES, que no entiende nada de teatro, interpretará el personaje del primer hombre de la cueva donde representará la personificación de lo viril.

Tres años de ensayo es mucho tiempo pero algo sucede. El sistema al que quieren enfrentarse les ofrece una oportunidad. La posibilidad de abandonar las condiciones penosas de trabajo y estrenar en un lugar privilegiado. La gran sala. Ante esa presión, el miedo y la tensión invaden a ORIÓN acentuando su homofobia interiorizada, descubriéndole con ello que la situación de los homosexuales –y demás minorías- en la sociedad no está tan normalizada como él creía-o como pudiera parecer-; y en segundo, que lo que tenía que ser “una obra más de teatro gay” podría convertirse, con sólo que tuviese fe en ella, en una obra de arte capaz de llegar a todos los públicos.

Gracias al juego teatral asistiremos al conflicto existencial que produce en ORIÓN la obra y el sentimiento de un amor verdadero que descubre por WENCES durante el proceso teatral. Un amor al que renunciará por su homofobia interiorizada y por la obcecación de terminar la obra que le ayude a vencerla.

La obra que ensayan es un proyecto que trata de reivindicar la realidad gay frente al patriarcal y monolítico heterosexismo que impera en la sociedad –porque la impregna hasta sus últimos recovecos- y del que él, en realidad, siempre ha querido huir.

Por tanto, ORIÓN, incapaz de terminar la obra, la retrasará hasta terminar renunciando a ella, así como al proyecto, por su falta de fe ante un público al que teme, y se planteará seguir haciendo teatro sólo para “los suyos”, los marginales; quiere, en definitiva, seguir siendo marginal porque no ve posible un cambio de mentalidad en la visión hegemónica de la sociedad. Alejado de la posibilidad de éxito, amor y abstracciones artísticas, se encerrará en su caparazón, cuya expresión colectiva es el gueto, para centrarse en una vida materialista, fetichista, y ególatra que le proporcione un placer efímero e inconscientemente escapista.

 

FILOSOFÍA E HISTORIA DE LA OBRA:

 

Como siempre que enfocamos un proyecto artístico partimos reflexionando sobre el arte; y en el arte –pensamos-  las etiquetas son sospechosas. No existe el teatro hetero, pero sí que parece existir algo así como el “teatro gay”. Aquí nace el origen de nuestro tema y conflicto; la idea de hacer una obra parcialmente metateatral. Decir que una obra es gay implica querer dejar constancia del prejuicio, alertar de que estamos saliéndonos de un marco heteronormativo sin por ello, cosa imposible, dejar de partir de él.  Esto nos resulta interesante. ¿Es el arte heterosexual? ¿Significa algo esa pregunta? ¿Puede el arte ser gay? ¿Nos alejamos del arte sin apellidos cuando tematizamos la homosexualidad? En tal caso, ¿por qué? Una obra de teatro gay no deja de ser una alerta al público, ¡una advertencia! Si pagan entrada, cuidado, es una obra de teatro gay, ¡Prepárense para lo sórdido; quizás no se sientan identificados! En suma, sordidez o mero divertimento, pero no la elevación que se le presume al Arte con  mayúsculas. Por todo esto, bajo la apariencia de una obra de teatro gay, queremos sacar a la luz esas etiquetas que se resisten a dejarse descubrir y el modo en que encarcelan las minorías, anulando identidades. Por ilustrarlo con palabras de Cavafis:

 

Sin miramiento, sin piedad, sin pudor,

grandes y altas murallas en torno a mí levantaron.

 

Y ahora permanezco aquí sin esperanza.

No pienso sino que este azar devora mi espíritu;

 

porque ahí fuera tenía tantas cosas por hacer…

¡Ay!, erigían las murallas, ¡¿cómo no me percaté?!

 

Pero nunca oí la voz ni el ruido de sus autores.

Sin que me diese cuenta me encerraron fuera del mundo.

 

Por lo tanto, tomada la decisión, decidimos trabajar, sin prejuicios, en una obra de teatro gay; decir a los amigos “vamos a hacer una obra de teatro gay”. Hemos tenido que aprender a decirlo con orgullo, con seguridad. Este aprendizaje de la reivindicación se ha convertido en el tema y conflicto mismo de la obra. Sus personajes son metatreales, el director quiere hacer una obra de arte y el actor, protagonista de la tragedia, empieza a tener sus dudas a apenas unos días del estreno. ¿Por qué no hacer algo simplemente para los gays y su entorno?

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